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I. Introducción
Como observador ocasional de los comentarios de varios pastores y teólogos reformados de habla hispana sobre la escatología, me parece interesante que haya tanta afición por la postura amileniarista. De hecho, algunos de estos líderes insisten que el amileniarismo es “la” postura reformada, y que si uno no mantiene dicha postura entonces no es reformado “de verdad”. No sé por qué es así, pero a lo mejor es porque algunos creen que la única otra opción que les queda es la del dispensacionalismo histórico —que dice que Dios cumplirá sus promesas hechas a Israel en el milenio, con el templo y los sacrificios restaurados como antes— y que dicha postura no les gusta. (Por cierto, si yo pensara que fueran las únicas dos opciones de las cuales escoger, igual preferiría el amileniarismo.)
Sea cual sea la razón, me gustaría responder a esta tendencia y proponer que los reformados no debemos pensar que el amileniarismo es la única opción escatológica verdaderamente reformada, ni mucho menos exigir que sea “la” postura reformada. He fraseado mi argumento así a propósito. En este momento no voy a argumentar —es decir, ofrecer argumentos desde una perspectiva exegética y sistemática, es decir, bíblica— ni a favor del premileniarismo o del posmileniariasmo, ni en contra del amileniarismo. Creo que cada postura tiene sus puntos fuertes y sus puntos débiles, y sinceramente no lo tengo muy claro qué postura es la correcta (o por lo menos más correcta que las otras). Además, igual que los judíos no adivinaron bien la primera venida del Mesías, también creo que es difícil pensar que los cristianos adivinamos bien la segunda. Por tanto, el propósito de este artículo no es persuadir a los lectores a creer en alguna postura, sino retarles a dejar de insistir que, si uno es reformado, también tiene que ser amileniarista. Para tal fin, voy a usar tres argumentos históricos de la Iglesia primitiva y pos reformada.
II. Tres argumentos históricos
Los tres argumentos que me gustaría compartir son las siguientes: 1) que los grandes credos históricos no especificaron una postura escatológica, 2) que en la Iglesia primitiva muchos no eran amileniaristas sino premileniaristas y 3) que muchos de los autores de las confesiones reformadas del s. XVII no eran amileniaristas sino mileniaristas. Imagino que estas afirmaciones pueden chocar a muchos lectores del campo reformado, pero les aseguro que están basadas en hechos bien documentados por expertos de toda banda escatológica.
II.1. Los grandes credos históricos no especificaron una postura escatológica[1]
Aquí vamos a echar un vistazo a tres de los credos más importantes de la Iglesia primitiva, a saber: el apostólico, el niceno constantinopolitano y el atanasio. En los siguientes textos he subrayado todas las frases que hablan de la escatología. Los lectores deben notar en seguida que dichas frases son escasísimas.[2]
Credo apostólico:
Creo en Dios, Padre todopoderoso, Creador de cielo y tierra. Y en Jesucristo, su único hijo, nuestro Señor, que fue concebido por el Espíritu Santo, nació de la Virgen María, padeció bajo Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos: al tercer día resucitó de entre los muertos, ascendió a los cielos, está sentado a la derecha de Dios Padre todopoderoso: desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos. Creo en el Espíritu Santo, la Santa Iglesia Católica, la comunión de los Santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne, la vida eterna. Amén.
Credo niceno constantinopolitano:
Creemos en un solo Dios, Padre todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible y lo invisible; y en un solo Señor, Jesucristo, el unigénito de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos, luz de luz, Dios verdadero de Dios verdadero; engendrado, no creado, consustancial con el Padre, por quien todo fue hecho; que por nosotros los hombres y por nuestra salvación bajó del cielo y se encarnó por obra del Espíritu Santo y de María la Virgen y se hizo hombre; por nuestra causa fue crucificado en tiempo de Poncio Pilato y padeció y fue sepultado, y resucitó al tercer día según las Escrituras y subió al cielo; y está sentado a la derecha del Padre; y de nuevo vendrá con gloria, para juzgar a vivos y muertos, y su reino no tendrá fin. Y en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre; que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria, que habló por los profetas. En una Iglesia santa, católica y apostólica. Confesamos un solo bautismo para la remisión de los pecados. Esperamos la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro. Amén.
Credo atanasio:
Quienquiera desee salvarse debe, ante todo, guardar la Fe Católica: quien no la observare íntegra e inviolada, sin duda perecerá eternamente. Esta es la Fe Católica: que veneramos a un Dios en la Trinidad y a la Trinidad en unidad. Ni confundimos las personas, ni separamos las substancias. Porque otra es la persona del Padre, otra la del Hijo, otra la del Espíritu Santo: Pero la divinidad del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo es una, es igual su gloria, es coeterna su majestad. Como el Padre, tal el Hijo, tal el Espíritu Santo. Increado el Padre, increado el Hijo, increado el Espíritu Santo. Inmenso el Padre, inmenso el Hijo, inmenso el Espíritu Santo. Eterno el Padre, eterno el Hijo, eterno el Espíritu Santo. Y, sin embargo, no tres eternos, sino uno eterno. Como no son tres increados ni tres inmensos, sino uno increado y uno inmenso. Igualmente omnipotente el Padre, omnipotente el Hijo, omnipotente el Espíritu Santo. Y, sin embargo, no tres omnipotentes, sino uno omnipotente. Como es Dios el Padre, es Dios el Hijo, es Dios el Espíritu Santo. Y, sin embargo, no tres dioses, sino un Dios. Como es Señor el Padre, es Señor el Hijo, es Señor el Espíritu Santo. Y, sin embargo, no tres señores sino un Señor. Porque, así como la verdad cristiana nos compele a confesar que cualquiera de las personas es, singularmente, Dios y Señor, así la religión católica nos prohíbe decir que son tres Dioses o Señores. Al Padre nadie lo hizo: ni lo creó, ni lo engendró. El Hijo es sólo del Padre: no hecho, ni creado, sino engendrado. El Espíritu Santo es del Padre y del Hijo: no hecho, ni creado, ni engendrado, sino procedente de ellos. Por tanto, un Padre, no tres Padres; un Hijo, no tres Hijos, un Espíritu Santo, no tres Espíritus Santos. Y en esta Trinidad nada es primero o posterior, nada mayor o menor: sino todas las tres personas son coeternas y coiguales las unas para con las otras. Así, para que la unidad en la Trinidad y la Trinidad en la unidad sea venerada por todo, como se dijo antes. Quien quiere salvarse, por tanto, así debe sentir de la Trinidad. Pero, para la salud eterna, es necesario creer fielmente también en la encarnación de nuestro Señor Jesucristo. Es pues fe recta que creamos y confesemos que nuestro Señor Jesucristo, Hijo de Dios, es Dios y hombre. Es Dios de la substancia del Padre, engendrado antes de los siglos, y es hombre de la substancia de la madre, nacido en el tiempo. Dios perfecto, hombre perfecto: con alma racional y carne humana. Igual al Padre, según la divinidad; menor que el Padre, según la humanidad. Aunque Dios y hombre, Cristo no es dos, sino uno. Uno, no por conversión de la divinidad en carne, sino porque la humanidad fue asumida por Dios. Completamente uno, no por mezcla de las substancias, sino por unidad de la persona. Porque, como el alma racional y la carne son un hombre, así Dios y hombre son un Cristo. Que padeció por nuestra salud: descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de entre los muertos. Ascendió a los cielos, está sentado a la derecha de Dios Padre omnipotente; de allí vendrá a juzgar a vivos y muertos. A su venida, todos los hombres tendrán que resucitar con sus propios cuerpos, y tendrán que dar cuenta de sus propios actos. Los que actuaron bien irán a la vida eterna; los que mal, al fuego eterno. Esta es la fe católica, quien no la crea fiel y firmemente, no podrá salvarse. Amén.
Hay mucho que se podría decir de estos textos, pero la razón principal por la cual los he incluido es para hacer hincapié en el hecho de que ninguno defiende una postura escatológica. Más bien, se centran en cuatro hechos básicos y fundamentales: 1) Cristo volverá, 2) todos resucitaremos, 3) todos seremos juzgados justamente y 4) viviremos para siempre. Si la Iglesia primitiva no desarrolló más su postura sobre la escatología, ¿por qué debemos hacerlo nosotros? Puedo imaginar ciertas circunstancias en las que sí que lo debemos hacer, pero ¿hemos entrado en una etapa de nuestra historia como Iglesia en la que es necesario especificar a nivel oficial y ecuménico nuestra postura sobre la escatología? Yo creo que no.
II.2. En la Iglesia primitiva muchos no eran amileniaristas sino premileniaristas
Imagino que esto va a ser un shock para muchos lectores de trasfondo reformado, pero es un hecho muy bien documentado que la postura escatológica más antigua —con el primer testimonio pos neotestamentario datando en el s. I— es el premileniarismo, y que además es la única postura de la cual tenemos evidencia hasta finales del s. II o principios del s. III. A partir de ahí encontramos las dos posturas juntas en la Iglesia hasta el s. V cuando Agustín cambió su postura del premilenialismo al amilenialismo afectando así a la trayectoria de la Iglesia hasta el s. XVII.
Si nos centramos solo en la evidencia de los ss. I-II, vemos que muchos de los pastores y teólogos más importantes eran premileniaristas. Esta es una lista de cinco de ellos con sus referencias: Papio[3] (cf. Eusebio, Historia 3:39:11-13), el autor de Bernabé (cap. 15), Justino Mártir (Diálogo 80-81), Ireneo (Contra las herejías 5:32-36) y Tertuliano (Contra Marción 3:25). Si avanzamos en el tiempo hasta los ss. III-IV, vemos que Jerónimo menciona otros autores como Apolinario, Victorino de Petau y Lactantio (cf. Jerónimo, De viris il. 18; Com. Ezeq. 11:36:1; Com. Is. prefacio 18;) y que Eusebio de Cesarea dice que muchos escritores eclesiásticos mantenían la misma opinión que Papio (Historia 3:39:13). En otras palabras, el premileniarismo estaba bien representado en estos siglos también. Se podrían citar más autores, pero creo que estos demuestran suficientemente que el premileniarismo era una postura con mucho tirón en la Iglesia primitiva.
Obviamente había defensores del amileniarismo, como por ejemplo Clemente de Alejandría, Orígenes, Eusebio de Cesarea y Agustín (tardío), pero que yo sepa no tenemos evidencia de ningún amileniarista hasta finales del s. II o inicios del s. III.
Por lo tanto, si es verdad que el premileniarismo es una postura histórica, y si la tradición reformada es un intento de “reformar” la Iglesia católica para volver a la verdadera tradición de la Iglesia, ¿por qué no incluir el premileniarismo como una postura válida dentro del campo reformado? Por decirlo de otra manera: para los que quieren insistir en que el amileniarismo es “la” postura reformada, ¿están dispuestos a afirmar que gente como Papio, Justino Mártir, Ireneo y Tertuliano no eran reformados “de verdad”? Creo que dicha afirmación sería increíble para todos.
II.3. Muchos de los autores de las confesiones reformadas del s. XVII no eran amileniaristas sino mileniaristas
Imagino de nuevo que esta noticia va a ser un shock para los lectores, pero es un hecho histórico ampliamente demostrado por varios expertos —amileniaristas y premileniaristas[4]— que muchos de los autores de las grandes confesiones reformadas del s. XVII, como la de Westminster y la segunda confesión bautista de Londres entre otros, no eran amileniaristas sino mileniaristas, lo cual es más parecido al pre o posmileniarismo que al amileniarismo. ¿Cómo surgió tanta influencia mileniarista? Durante la primera mitad del s. XVII dos hombres, el alemán Johann Heinrich Alsted y el inglés Joseph Mede, publicaron libros sobre la escatología que defendieron una postura mileniarista, y el impacto que tuvieron en el mundo reformado fue enorme, sobre todo durante segundo tercio del s. XVII.
Esta es una lista muy incompleta de algunos mileniaristas influyentes: William Twisse (prolocutor de la asamblea de Westminster), Thomas Goodwin (miembro de la asemblea de Westminster), Jeremiah Burroughs (miembro de la asemblea de Westminster), John Milton, Isaac Newton, Nathaniel Holmes, Henry More, Wiliam Sherwin, Benjamin Keach (convocador de la asamblea general de bautistas en Londres en 1689) y Hansard Knollys (otro convocador de la asamblea general de bautistas en Londres en 1689).[5]
Curiosamente, ni la Confesión de Westminster ni la de Londres especificaron su postura sobre la escatología con respecto al milenio. ¿Por qué? Sinceramente no lo sé, pero me gustaría pensar que no lo incluyeron porque lo veían como algo demasiado controvertido, cuya evidencia histórica no era suficientemente clara, y que era una doctrina de segundo o tercer nivel.
III. Conclusión
Me gustaría repetir que mi propósito en este artículo no ha sido el de persuadir a los lectores a creer en alguna postura escatológica, sino el de persuadirles a dejar de insistir que el amileniarismo es la única postura “verdaderamente reformada”. Desde una perspectiva histórica, tanto la Iglesia primitiva como la Iglesia pos reformada que escribió las confesiones reformadas clásicas tenía mucha gente no amileniarista. ¿Se puede defender el amileniarsimo desde una perspectiva bíblica? Sin duda, y los que lo quieren hacer tienen todo mi apoyo. ¿Hay apoyo histórico para ello? Por supuesto, y de nuevo tienen mi apoyo. Pero ¿debe ser la única postura permisible dentro del mundo reformado? De ninguna manera. Nunca lo ha sido, y tampoco lo debe ser hoy día.
[1] Para este argumento, cf. Dayton Hartman, “Creedal Eschatology” (http://www.centerforbaptistrenewal.com/blog/2019/2/12/creedal-eschatology; accedido el 17 de abril, 2019). [2] Los textos vienen de Wikipedia (el credo atanasio se conoce también como el credo quicumque). Seguramente no son las mejores traducciones, pero tampoco es mi propósito en este momento ofrecer una nueva traducción de los textos. Lo importante es notar las pocas referencias a la escatología. [3] Es importante recordar que Papio era un discípulo de Juan, el posible autor del libro de Apocalipsis. [4] Cf., por ejemplo, Robert Clouse, “Millennialism in the Seventeenth Century,” Grace Journal 6 no. 1 (1965): 3-15; Jeffrey K. Jue, Heaven Upon Earth: Joseph Mede (1586–1638) and the Legacy of Millenarianism (Dordrecht, Holland: Springer, 2006). [5] Cf. Mal Couch (ed.), Dictionary of Premillennial Theology, s.v. Mede, Joseph; traducido al español: Diccionario de teología premilenarista(Editorial Portavoz, 2000); Clouse, “Millennialism,” 9; Benjamin Knollys, The World that Now is; and the World that is to Come (London, 1681), 29-30; A Complete Collection of State-Trials and Proceedings upon High-Treason, and other Crimes and Misdemeanours; from the Reign of King Richard II to the Reign of King George II, Vol. 2 (London, 1742), §66: The Trial of Benjamin Keach. Crawford Gribben ha hecho el argumento de que debemos abandonar la división tripartita de a, pre y posmileniarismo con respeto a la escatología de los puritanos del s. XVI; “The Eschatology of the Puritan Confessions,” SBET 20 no 1 (2002): 51-78.
Muy buen articulo, quiero dar mi opinión al respecto, El termino amilenialista no hace justicia a quienes sostienen esa postura ya que deberían ser considerados como milenialistas ya que si creen en el milenio como un evento que ya esta sucediendo habiendo sido Cristo coronado como Señor y rey en su ascencion. El prefijo "a" refiere el termino en español No o En contra, privación o carencia de por lo que se podria entender que quien sostiene esa posición considera que no hay milenio y eso no es correcto, El Milenio esta transcurriendo hoy para los mal llamados amilenialistas, los tres Credos que mencionas según tus propios términos tienen en cuanta los siguientes acontecimientos escatologicos; "Hay mucho que se podría…
Creo que lo de volver a construir el templo y reanudar el continuo sacrificio para el perdón de los pecados es una postura judaizante clara. Cristo Jesús es el templo "Derribad el templo y yo lo levantaré en tres días", ÉL es el perfecto sacrificio para nuestra salvación que sería imposible por nuestras obras y por último cuando todo el pueblo de Israel estemos en la Jerusalén celestial seremos inmaculados y sin pecado por lo tanto no hace falta expiación.
Todos esos conceptos tienen una visión política del estado actual de Israel que nada tiene que ver con el Israel que tiene como cabeza a Jesús.
La palabra del Señor es clara, no busquéis el día ni la hora de…