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Foto del escritorAndrés Messmer

El proyecto Plantinga: el argumento teleológico



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C. Stephen Evans, PhD, Yale University

Profesor de filosofía y humanidades, Baylor University (Tejas, EE. UU.)


1. Introducción

A diferencia del argumento del ajuste fino del universo que vimos anteriormente, el argumento teleológico —también conocido como el argumento del diseño— tiene mucha más historia: se remonta hasta la antigüedad y cruza varias culturas, siendo bien atestiguado por autores como Platón, Aristóteles y Cicerón, entre otros. Además, es posible que por lo menos dos textos de la Biblia afirmen lo mismo: Salmo 19:1 dice «Los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos» y Romanos 1:19-20 dice «porque lo que de Dios se conoce les es manifiesto, pues Dios se lo manifestó. Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa» (RV60).


2. El argumento teleológico

¿Qué es el argumento teleológico? La palabra «teleológico» viene de una palabra griega que lleva la idea de «propósito» o «fin», y ese es el enfoque del argumento: por su orden, su lógica, sus leyes y su regularidad, el universo parece tener un propósito, y por tanto es lógico postular un dador de dicho propósito. El universo tiene tanto orden y tanta belleza —un “plus” que no es necesario para la supervivencia— que parece que fue diseñado así a propósito. ¿Cómo se puede explicar este diseño y belleza del universo? El teísta responde que el mundo y las realidades que contiene funcionan como señales que nos dan la sensación de que algo existe más allá de lo físico. Para poner un ejemplo, cuando los exploradores encuentran en el bosque bloques de piedra cuadrados que parecen haber sido arreglados para un propósito, concluyen que en algún momento en el pasado había allí seres humanos. Si ampliamos la ilustración de tal manera que los bloques abarcan todo el universo, debemos llegar a la misma conclusión: el universo tiene orden y belleza, y por tanto es lógico postular un diseñador: Dios.


Sin embargo, no todos están convencidos. Hasta el s. XIX el argumento teleológico no tenía respuesta (hasta el escéptico David Hume reconoció su poder), pero gracias a la teoría de la evolución darwiniana y los hallazgos cosmológicos del s. XX, muchos ateos afirman que el “orden” del universo es simplemente “aparente”: ya tenemos explicaciones científicas para el “orden” que observamos y por tanto no hace falta suponer la teoría de un diseñador. Dicen que todo el universo ha progresado poco a poco como un todo, lo cual ha dado la impresión de que haya orden, pero realmente lo que observamos es el resultado de un “relojero ciego” (para usar la famosa frase de Richard Dawkins). Pero ¿por qué somos tan vulnerables para creer que hay agentes detrás de los fenómenos que observamos? Dicen los ateos que, en nuestra evolución humana, era necesario creer cosas así porque era necesario para la supervivencia: si uno veía que se movía un arbusto, le vendría bien para la supervivencia suponer que era un depredador que lo movía. El que huyó, viviría y pasaría su tendencia a huir a su descendencia; el que no, moriría y no pasaría su tendencia a no huir a la suya. Por tanto, suponer que hay un agente detrás del diseño aparente del universo no es nada más que una “resaca evolucionaria”.


En respuesta, el teísta tiene dos opciones posibles. La primera es demostrar la falsedad de la evolución. Este contra argumento es difícil de montar, pero no imposible. La teoría de la evolución aun tiene huecos muy grandes que no ha podido explicar, como el comienzo de la vida, por dar un ejemplo famoso. Además, en 2016 la Sociedad Real de Inglaterra celebró una conferencia sobre “nuevas tendencias en la evolución biológica” en la cual muchos científicos dieron a conocer sus inquietudes respecto a la teoría de la evolución. De hecho, más de 1.000 científicos, médicos, astrónomos, etc., han firmado una petición diciendo que son “escépticos” acerca de la teoría de la evolución darwiniana (pincha aquí). La teoría de la evolución ya no disfruta de su infalibilidad como antes.


La segunda es demostrar que el diseño aparente y el diseño verdadero no son mutuamente exclusivos, sino hechos complementarios. Este argumento es mucho más fácil de montar porque hace que la ciencia sea complementaria con el teísmo, y así socava por completo el argumento ateístico. El hecho de que entendemos cómo funciona el universo no implica la ausencia de un agente detrás de ello. Si Dios ha creado el universo, también ha creado todo lo que hay en ello, incluso las leyes que lo rigen. Volviendo a la ilustración de los exploradores, poder explicar que los bloques de piedra fueron cortados con herramientas, que llevan equis tiempo allí, que vienen de tal montaña, etc., no borra la necesidad de un agente que llevó a cabo la obra. De manera parecida, poder describir la gravedad, datar el universo, etc., no borra la necesidad de un agente que lo creó.


3. Conclusión

El argumento teleológico es un argumento que se puede trazar a través de una historia de miles de años en muchas culturas distintas y ha sido defendido por algunos de los filósofos y científicos más inteligentes de la historia del mundo. Algunos afirman que la ciencia ha “matado” a Dios, pero eso solo es posible si Dios y la ciencia están en guerra. Pero si Dios es quien creó la ciencia, entonces su creación no le puede matar. Hasta que alguien pueda postular un mejor contra argumento al diseño del universo, la conclusión más lógica a deducir es que hay un Diseñador.

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